Horacio aprende a recitar poesía con su madre Alicia Ezcurra que ha sido discípula de la gran poeta suizo-argentina Alfonsina Storni

Y a los nueve años, en 1942, crea sus primeros poemas, los que Alicia le escribe en papel. 

La oralidad de Ferrer, como buen aedo, es de una textura poética que como él mismo ha confesado surge de su natural tendencia a unificar en un mismo estilo la doble gestualidad de la palabra manifestada a través de la expresión oral y escrita.

Horacio Ferrer pertenece a la selecta estirpe de los escritores que hablan como escriben y que escriben como hablan.


La poesía de Ferrer fue innovadora, llamativa, fantasiosa, onírica, y hasta surrealista en algunos aspectos. 


Utilizaba palabras inventadas como "bandoneonía", "misticordia", "tristería", "narcótica y bulina", "verdolagáticos cromos", "oculto clavecín transmilonguero", "tangamente" y giros inusuales en el tango.

Sus primeros tangos surgieron a comienzos de los '50, apareciendo en ellos la temática y el estilo por momentos surreal de sus obras posteriores. Se lo considera el letrista más resuelto a escribir versos nuevos cuando ya todos los versos del tango parecían haberse escrito.

Por pedido de Anibal Troilo compuso La última grela, tango con el que iniciaría su trayectoria de letrista consagrado.

 

La dupla Ferrer-Piazzolla, creadora de grandes obras

Corría el año 1967. Ferrer, ya radicado en Buenos Aires, inicia la reconocida dupla con Piazzolla con quien escribiría temas inolvidables. Astor buscaba un poeta con quien crear obras poético-musicales. Ferrer había grabado los poemas de su libro "Romancero Canyengue". Al escucharlo Piazzolla lo invitó a escribir juntos: "quiero que trabajes conmigo porque mi música es igual a tus versos", le dijo.



Algunos de sus poemas mas conocidos

Balada para un loco

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Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? Salís de tu casa, por Arenales. Lo de siempre: en la calle y en vos. . . Cuando, de repente, de atrás de un árbol, me aparezco yo. Mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizonte en el viaje a Venus: medio melón en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel, dos medias suelas clavadas en los pies, y una banderita de taxi libre levantada en cada mano. ¡Te reís!... Pero sólo vos me ves: porque los maniquíes me guiñan; los semáforos me dan tres luces celestes, y las naranjas del frutero de la esquina me tiran azahares. ¡Vení!, que así, medio bailando y medio volando, me saco el melón para saludarte, te regalo una banderita, y te digo...

(Cantado)

Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
No ves que va la luna rodando por Callao;
que un corso de astronautas y niños, con un vals,
me baila alrededor... ¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!

Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión;
y a vos te vi tan triste... ¡Vení! ¡Volá! ¡Sentí!...
el loco berretín que tengo para vos:

¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Cuando anochezca en tu porteña soledad,
por la ribera de tu sábana vendré
con un poema y un trombón
a desvelarte el corazón.

¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Como un acróbata demente saltaré,
sobre el abismo de tu escote hasta sentir
que enloquecí tu corazón de libertad...
¡Ya vas a ver!

(Recitado)

Salgamos a volar, querida mía;
subite a mi ilusión super-sport,
y vamos a correr por las cornisas
¡con una golondrina en el motor!

De Vieytes nos aplauden: "¡Viva! ¡Viva!",
los locos que inventaron el Amor;
y un ángel y un soldado y una niña
nos dan un valsecito bailador.

Nos sale a saludar la gente linda...
Y loco, pero tuyo, ¡qué sé yo!:
provoco campanarios con la risa,
y al fin, te miro, y canto a media voz:

(Cantado)

Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Trepate a esta ternura de locos que hay en mí,
ponete esta peluca de alondras, ¡y volá!
¡Volá conmigo ya! ¡Vení, volá, vení!

Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Abrite los amores que vamos a intentar
la mágica locura total de revivir...
¡Vení, volá, vení! ¡Trai-lai-la-larará!

(Gritado)

¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!
Loca ella y loco yo...
¡Locos! ¡Locos! ¡Locos!
¡Loca ella y loco yo

La Bicicleta Blanca

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Lo viste. Seguro que vos también, alguna vez, lo viste
Te hablo de ese eterno ciclista solo, tan solo, que repecha las calles por la noche
Usa las botamangas del pantalón bien metidas en las medias
Y una boina calzada hasta las orejas, ¿te fijaste?
Nadie sabe, no, de dónde cuernos viene
Jamás se le conoce a dónde diablos va
De todos modos, si lo vieras pasar, miralo con mucho amor
Puede que sea, otra vez

El flaco que tenía la bicicleta blanca
Silbando una polkita cruzaba la ciudad
Sus ruedas, daban pena: Tan chicas y cuadradas
¡Que el pobre se enredaba la barba en el pedal!

Llevaba, de manubrio, los cuernos de una cabra
Atrás, en un carrito, cargaba un pez y un pan
Jadeando a lo pichicho, trepaba las barrancas
Y él mismo se animaba, gritando al pedalear

¡Dale, Dios! ¡dale, Dios!
¡Meté, flaquito corazón!
Vos sabés que ganar
No está en llegar sino en seguir

Todos, mientras tanto, en las veredas
Revolcándonos de risa
¡Lo aplaudimos a morir!
Y él, con unos ojos de novela
Saludaba, agradecía
Y sabía repetir

¡Dale, Dios! ¡dale, Dios!
¡Dale con todo, dale, Dios!

Pero cierta noche, su horrible bicicleta con acoplado entró a sembrar una enorme cola fosforescente. ¡increíble!: Los pungas devolvían las billeteras en los colectivos; los poderosos terminaban con el hambre; los ovnis nos revelaban el misterio de la paz; el intendente, en persona, rellenaba los pozos de la calle, y hasta yo, pibe, yo que soy las penas, lloré de alegría bailando bajo esa luz la polka del ciclista

Después, no sé, ¡te juro!, por qué siniestra rabia
No sé por qué lo hicimos ¡lo hicimos sin querer!
Al flaco, ¡pobre flaco!, de asalto y por la espalda
Su bicicleta blanca le entramos a romper

Le dimos como en bolsa, si asco, duro, en grande
La hicimos mil pedazos Y, al fin, yo vi que él
Mordiéndose la barba, gritó: ¡que yo los salve!
Miró su bicicleta, sonrió, se fue de a pie

(Mi viejo flaco nuestro que andabas en la tierra: ¿cómo te olvidaste que no somos ángeles sino hombres y mujeres?)

Flaco
No te pongas triste
Todo no fue inútil
No pierdas la fe
En un cometa con pedales
¡Dale que te dale!
Yo sé que has de volver

Chiquilin de Bachin

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Por las noches, cara sucia
de angelito con bluyín,
vende rosas por las mesas
del boliche de Bachín.

Si la luna brilla
sobre la parrilla,
come luna y pan de hollín.

Cada día en su tristeza
que no quiere amanecer,
lo madruga un seis de enero
con la estrella del revés,
y tres reyes gatos
roban sus zapatos,
uno izquierdo y el otro ¡también!

Chiquilín,
dame un ramo de voz,
así salgo a vender
mis vergüenzas en flor.
Baleáme con tres rosas
que duelan a cuenta
del hambre que no te entendí,
Chiquilín.

Cuando el sol pone a los pibes
delantales de aprender,
él aprende cuánto cero
le quedaba por saber.
Y a su madre mira,
yira que te yira,
pero no la quiere ver.

Cada aurora, en la basura,
con un pan y un tallarín,
se fabrica un barrilete
para irse ¡y sigue aquí!
Es un hombre extraño,
niño de mil años,
que por dentro le enreda el piolín.

Chiquilín,
dame un ramo de voz,
así salgo a vender
mis vergüenzas en flor.
Baleáme con tres rosas
que duelan a cuenta
del hambre que no te entendí,
Chiquilín.

Libertango

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Mi libertad me ama y todo el ser le entrego.
Mi libertad destranca la cárcel de mis huesos.
Mi libertad se ofende si soy feliz con miedo.
Mi libertad desnuda me hace el amor perfecto.

Mi libertad me insiste con lo que no me atrevo.
Mi libertad me quiere con lo que llevo puesto.
Mi libertad me absuelve si alguna vez la pierdo
por cosas de la vida que a comprender no acierto.

Mi libertad no cuenta los años que yo tengo,
pastora inclaudicable de mis eternos sueños.
Mi libertad me deja y soy un pobre espectro,
mi libertad me llama y en trajes de alas vuelvo.

Mi libertad comprende que yo me sienta preso
de los errores míos sin arrepentimiento.
Mi libertad quisieran el astro sin asueto
y el átomo cautivo, ser libre ¡qué misterio!

Ser libre. Ya en su vientre mi madre me decía
"ser libre no se compra ni es dádiva o favor".
Yo vivo del hermoso secreto de esta orgía:
si polvo fui y al polvo iré, soy polvo de alegría
y en leche de alma preño mi libertad en flor.

De niño la adoré, deseándola crecí,
mi libertad, mujer de tiempo y luz,
la quiero hasta el dolor y hasta la soledad.

Mi libertad me sueña con mis amados muertos,
mi libertad adora a los que en vida quiero.
Mi libertad me dice, de cuando en vez, por dentro,
que somos tan felices como deseamos serlo.

Mi libertad conoce al que mató y al cuervo
que ahoga y atormenta la libertad del bueno.
Mi libertad se infarta de hipócritas y necios,
mi libertad trasnocha con santos y bohemios.

Mi libertad es tango de par en par abierto
y es blues y es cueca y choro, danzón y romancero.
Mi libertad es tango, juglar de pueblo en pueblo,
y es murga y sinfonía y es coro en blanco y negro

Mi libertad es tango que baila en diez mil puertos
y es rock, malambo y salmo y es ópera y flamenco.
Mi libertango es libre, poeta y callejero,
tan viejo como el mundo, tan simple como un credo.

De niño la adoré, deseándola crecí,
mi libertad, mujer de tiempo y luz,
la quiero hasta el dolor y hasta la soledad.

La Ultima Grela

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Del fondo de las cosas y envuelta en una estola
de frío, con el gesto de quien se ha muerto mucho,
vendrá la última grela, fatal, canyengue y sola,
taqueando entre la pampa tiniebla de los puchos.

Con vino y pan del tango tristísimo que Arolas
callara junto al barro cansado de su frente,
le harán su misa rea los fueyes y las violas,
zapando a la sordina, tan misteriosamente.

Despedirán su hastío, su tos, su melodrama,
las pálidas rubionas de un cuento de Tuñón,
y atrás de los portales sin sueño, las madamas
de trágicas melenas dirán su extremaunción.

Y un sordo carraspeo de esplín y de macanas,
tangueándole en el alma le quemará la voz,
y muda y de rodillas se venderá sin ganas,
sin vida, y por dos pesos, a la bondad de Dios.

Traerá el olvido puesto; y allá en los trascartones
del alba el mal, de luto, con cuatro besos pardos,
le hará una cruz de risas y un coro de ladrones
muy viejos sus extrañas novelas en lunfardo.

Qué sola irá la grela, tan última y tan rara,
sus grandes ojos tristes trampeados por la suerte,
serán sobre el tapete raído de su cara,
los dos fúnebres ases cargados de la muerte.

Preludio para el año 3001 - Renacere

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Moriré en buenos aires, será de madrugada
Guardaré mansamente las cosas de vivir
Mi pequeña poesía de adioses y de balas
Mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín

Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba
Mi penúltimo whisky quedará sin beber
Llegará, tangamente, mi muerte enamorada
Yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis

Hoy que dios me deja de soñar
A mi olvido iré por santa fe
Sé que en nuestra esquina vos ya estás
Toda de tristeza, hasta los pies
Abrazame fuerte que por dentro
Me oigo muertes, viejas muertes
Agrediendo lo que amé
Alma mía, vamos yendo
Llega el día, no llorés

Moriré en buenos aires, será de madrugada
Que es la hora en que mueren los que saben morir
Flotará en mi silencio la mufa perfumada
De aquel verso que nunca yo te supe decir

Andaré tantas cuadras y allá en la plaza francia
Como sombras fugadas de un cansado ballet
Repitiendo tu nombre por una calle blanca
Se me irán los recuerdos en puntitas de pie

Moriré en buenos aires, será de madrugada
Guardaré mansamente las cosas de vivir
Mi pequeña poesía de adioses y de balas
Mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín

Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba
Mi penúltimo whisky quedará sin beber
Llegará, tangamente, mi muerte enamorada
Yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis
¡Cuando sean las seis, ¡cuando sean las seis!

El Gordo Triste

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Por su pinta poeta de gorrión con gomina,
por su voz que es un gato sobre ocultos platillos,
los enigmas del vino le acarician los ojos
y un dolor le perfuma la solapa y los astros.

Grita el águila taura que se posa en sus dedos
convocando a los hijos en la cresta del sueño:
¡a llorar como el viento, con las lágrimas altas!,
¡a cantar como el pueblo, por milonga y por llanto!

Del brazo de un arcángel y un malandra
se van con sus anteojos de dos charcos,
a ver por quién se afligen las glicinas,
Pichuco de los puentes en silencio.

Por gracia de morir todas las noches
jamás le viene justa muerte alguna,
jamás le quedan flojas las estrellas,
Pichuco de la misa en los mercados.

¿De qué Shakespeare lunfardo se ha escapado este hombre
que un fósforo ha visto la tormenta crecida,
que camina derecho por atriles torcidos,
que organiza glorietas para perros sin luna?

No habrá nunca un porteño tan baqueano del alba,
con sus árboles tristes que se caen de parado.
¿Quién repite esta raza, esta raza de uno,
pero, quién la repite con trabajos y todo?

Por una aristocracia arrabalera,
tan sólo ha sido flaco con él mismo.
También el tiempo es gordo, y no parece,
Pichuco de las manos como patios.

Y ahora que las aguas van más calmas
y adentro de su fueye cantan pibes,
recuerde y sueñe y viva, gordo lindo,
amado por nosotros. Por nosotros.